Para empezar el Gamper, los dos centrales diestros de la plantilla (Piqué y Bartra) se quedaron en el banquillo. En la primera mitad, Luis Enrique empleó dos centrales rápidos (uno diestro, Mascherano, y otro zurdo, el recién llegado Mathieu). Con Vermaelen aún lesionado -llegó con molestias musculares del Mundial y no ha hecho ni un solo entrenamiento con el grupo-, el técnico buscó piernas rápidas con la doble M para empujar al Barça al círculo central. Quería el técnico tener un equipo corto, agresivo en la recuperación -el defensa francés pisó incluso el área del León, recordando sus viejos tiempos como lateral zurdo- para no dejar desamparado a Sergio Busquets en el eje del juego.

Con Mascherano, que debutaba en la pretemporada, y Mathieu, el Barça vivía a 30 metros de Claudio Bravo, el portero que salió en el once inicial del Gamper ante la lesión de Ter Stegen. En la salida de la jugada, Busquets bajaba a recibir incrustado entre los dos centrales y si la presión, que no lo fue casi nunca, del León era muy alta, el meta chileno sacaba en largo para evitar errores inoportunos.