El césped bien mojado. Justo antes de empezar el entrenamiento, se ha vuelto a regar la alfombra del Saint George's Park, donde el Barça de Luis Enrique está realizando su estadía de pretemporada. Y la pelota, por lo tanto, viaja rápida. El entrenador asturiano, entretanto, parece un jugador más.
Las sesiones son intensas, largas (a veces duran casi dos horas) y el técnico no para de dar instrucciones. Después de debatir y diseñar los métodos con sus ayudantes --sobre todo con Juan Carlos Unzué y Robert Moreno, los dos segundos entrenadores--, el balón se convierte en protagonista. "¡Más fuerte ese pase!", se le oye decir, instando a que el balón llegue en buenas condiciones al receptor.
A la espera del segundo amistoso de la pretemporada, el sábado en Niza, Luis Enrique intenta componer un equipo agresivo en la presión defensiva para tener la pelota lo antes posible, armónico y equilibrado, sin excesiva distancia entre líneas, donde los interiores --Iniesta, Rafinha, Xavi, Rakitic, Sergi Roberto-- tengan aún más protagonismo ofensivo.
"¡No hay prisa, no hay prisa! ¡Tocar hasta que el interior decida!", reclama una y otra vez a sus jugadores. Paciencia en la elaboración, precisión en el pase y vértigo en la búsqueda de los espacios para atacar con energía. Son los rasgos que trabaja en los entrenamientos a la espera de que lleguen el próximo martes, 5 de agosto Messi, Mascherano, Neymar, aún lesionado, y Alves. Y pendiente está de Luis Suárez, cuya sanción por morder a Chiellini en el Mundial expira a finales de octubre aunque el Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS) decidirá si aplica medidas cautelares a mediados de agosto .