Los creadores y artistas ante las nuevas tecnologías
Derechos de autor: la 'costra nostra'
La gigantesca SGAE ha salido mal parada del debate pese a lograr la aprobación del canon digital
Derechos de autor: la 'costra nostra'_MEDIA_1
La tozuda defensa del canon digital, liderada por la SGAE, la sociedad de gestión de derechos de autor que más recauda, se ha encontrado enfrente a un hueso duro de roer, las asociaciones de internautas y otro tipo de agrupaciones que se plantaron bajo el lema "todos contra el canon", aglutinando un millón y medio de contrarios que con su firma realizaron una fuerte oposición presionando así a las distintas fuerzas políticas parlamentarias.
El PSOE, CiU e IU salvaron al canon, impuesto que se ha ampliado a nuevos aparatos reproductores al principiar el 2008. En el trasiego parlamentario, Senado y Congreso, la gigantesca SGAE ha salido mal parada del trance. Todos los grupos, excepto el PSOE, exigieron transparencia en su gestión y solicitaron que los derechos los administre una sociedad pública. Suponer que el conjunto de la ciudadanía española es por naturaleza proclive a delinquir es mucho suponer y atenta contra la presunción de inocencia.
LA SGAE reparte entre sus asociados de forma piramidal el cómputo total generado por derechos de autor. Quien más aporta a la caja común más remuneración ingresa en su cuenta corriente. Es probable que a partir de esta premisa, la fórmula de reparto del canon por copia privada se rija por el mismo sistema.
Sin embargo, en las proclamas aparecidas en la prensa, a favor de la supervivencia de la cultura y en defensa del canon digital por copia privada, al lado del nombre de cada artista no figura su posición en la pirámide ni los votos sindicados que cada uno posee en las asambleas de socios. La propiedad del número de votos de cada asociado es proporcional al montante económico que cada cual genera. Y ya se sabe que la propiedad no se comparte.
La SGAE, locomotora del tren donde viajan todas las sociedades de gestión, es una de las empresas más potentes de España. Su inmenso poder económico ofrece conexiones y complicidades con la política. Los dirigentes de la SGAE mantienen relaciones privilegiadas y magníficos amarres con los dos buques (PSOE y PP), que se disputan cada cuatro años la supremacía política. Por eso desafinaron las palabras, que parecían anunciar amenaza, dirigidas desde la SGAE al Partido Popular, cuando los directivos de la sociedad avisaron: "Tomaremos nota de los que voten en contra del canon digital en el Congreso de los Diputados".
LOS DIRECTIVOS de la SGAE se deben a sus accionistas mayoritarios. Por este motivo, unos y otros reivindican públicamente leyes que protejan sus intereses. Esta simbiosis empieza a resquebrajarse. De un tiempo a esta parte la imagen corporativa de la sociedad ha empeorado. Diversos diarios han informado en profundidad sobre aspectos internos que en otros tiempos no se aireaban. La SGAE ya no dispone de patente ni de bula, tampoco es capaz de amordazar a periodistas de linaje.
La compra de la antigua sala de fiestas Scénic en Barcelona, del teatro Arriaga de Bilbao, del Lope de Vega en Sevilla o del cine California de Madrid, son una muestra del momento expansivo que vive la SGAE. En todos los casos, los locales deberán someterse a reformas de adecuación, gasto que hay que sumar al coste inicial. Los bloques envueltos de cemento y arena suelen acarrear los peores compañeros de viaje para el sector de la cultura y la creación. Y si no, al tiempo.
PARA ACABARLO de arreglar, la SGAE enciende la mecha a las escuelas españolas de música moderna, al elegir la política de tierra quemada, la que cree a pies juntillas que no existe ningún centro de prestigio y que hay que empezar desde la nada. Así la teoría se convertirá en práctica con la creación en Valencia de la Torre de la Música, que cuenta con el beneplácito del ayuntamiento de dicha ciudad y del Gobierno de la Generalitat valenciana, instituciones públicas en manos del PP.
La ley de propiedad intelectual vigente en Alemania y Francia, norma que regula la actividad de las sociedades de gestión, así como el canon y otros reglamentos, obliga a estas entidades a colaborar económicamente con las escuelas de música de sus respectivos países, sin olvidar las bolsas de estudio y becas destinadas a los estudiantes de las mismas.
Mientras exista el impuesto del canon exigiremos a nuestros trabajadores de lujo un uso acorde con las necesidades de la base de la pirámide. Sin apertura de miras no daremos paso a los nuevos talentos, no fomentaremos la creatividad y estaremos favoreciendo la compuerta que pondrá a los jóvenes músicos en la picota.
LOS ARTISTAS situados alrededor del vértice de la pirámide tendrían que ejercer el estímulo solidario con los que pronto cogerán el ascensor. El arte estancado, el que por su endogamia aparta la frescura y espontaneidad de los más nuevos, acaba girando al compás de una noria que chirría por no tener engrasados los ejes. La arrogancia y la prepotencia son virtudes inherentes a los que construyen torres con cimientos de arena, edificios que el viento se encarga de derrumbar, casas sin contenido, palacios faltos de pasión y armonía.
Presidente de la fundación Taller de Músics y socio de la SGAE.*
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