PUBLICACIÓN DE LA HISTORIA DE LA EXCÉNTRICA 'MATA HARI VASCA'

La escritora Cristina Morató reconstruye la vida de la misteriosa condesa Marga d'Andurain

En el currículo de esta aventurera figuran varios crímenes y haber espiado en Oriente para los británicos durante los años veinte

Hasta hace algo menos de un siglo Palmira solo tenía una reina: Zenobia, también conocida como la Cleopatra de Siria. Esta ambiciosa mujer levantó, en el siglo III de nuestra era, una bellísima y opulenta ciudad en medio del desierto que rivalizó con las urbes más importantes el Imperio Romano. Pero, cuando, a finales de los años veinte, Marga d’Andurain llegó a las ruinas de ese colosal y hermoso paraje para hacerse cargo de un hotel, que curiosamente llevaba el nombre de Zenobia, el espíritu de la reina tembló en su trono.

La falsa condesa de origen vasco –se había inventado el título años atrás para codearse con la alta sociedad parisina– se convirtió enseguida en dueña y señora del lugar. Dio rienda suelta a su rebeldía: se enfrentó a las autoridades francesas, que sospechaban que espiaba para los británicos, frecuentó a los beduinos en sus jaimas, donde dormía a veces, se casó –tras divorciarse de su insulso marido, Pierre– con un nómada, de nombre Soleiman, y abrazó el Islam, como Zeinab – Zenobia, en árabe–, con el fin de ir a La Meca, amén de verse salpicada por espeluznantes crímenes. Más tarde, de vuelta a Francia, traficó con opio y se vio envuelta en un sinfín de escándalos.

Sorpresa en las ruinas

La escritora y empedernida viajera Cristina Morató (Barcelona, 1961) oyó hablar por vez primera de la excéntrica aventurera Marga d’Andurain hace cuatro años. Fue su amable y bien informado guía sirio, Jamal Dayeh, quien se refirió a ella mientras le mostraba las maravillas de Palmira. La autora, que, desde que publicó en el 2001 Viajeras intrépidas y aventureras, no ha parado de rescatar las hazañas de las grandes exploradoras –entre ellas, Gertrude Bell, lady Jane Digby o Annemarie Schwarzenbach, algunas de las protagonistas de Las reinas de África (2003) y de Las damas de Oriente (2005)– se interesó de inmediato por esa aristócrata nacida en Bayona en 1893 y, de regreso a casa, empezó a investigar.

Así lo cuenta Morató en una de las acogedoras estancias del hotel Zenobia, que se asoma a la espectacularidad de Palmira, el salón que tantas veces Marga d’Andurain debió compartir con sus huéspedes, algunos de relumbrón, como Agatha Christie y su esposo, el arqueólogo Max Mallowan, o el mismísimo Alfonso XIII. La escritora, periodista de formación, ha elegido justo este escenario para presentar el fruto de su intenso trabajo de los últimos años: Cautiva en Arabia (Plaza & Janés), que hoy mismo llega a las librerías.

Morató ha reconstruido la historia de D’Andurain –que no la «biografía definitiva», insiste la autora– a base de muchas horas de hemeroteca, puesto que las andanzas de la Mata Hari del desierto llenaron páginas de la prensa francesa de la época. También ha leído el único libro firmado por la condesa, publicado en 1947, Le Mari-Passeport (El marido pasaporte), donde relataba su descabellada peregrinación a La Meca, su boda de conveniencia y su trágico encarcelamiento en Arabia.

Pero, sobre todo, la escritora barcelonesa ha contado con un testimonio de excepción, el del hijo menor de D’Andurain, Jacques, de 92 años en la actualidad, que vive en una residencia para ancianos cerca de París. «Pregunté por él en asociaciones de ex combatientes de la resistencia francesa que encontré rastreando en internet. Solo quería conocerlo y que me contara cosas sobre su madre, ni se me había pasado por la cabeza escribir un libro, pero cuando me llamó, nos citamos y comprobé que tenía una memoria privilegiada y anotaba todos sus recuerdos en cuadernos, me decidí a hacerlo», comenta Morató.

La escritora admite que conocer de primera mano al personaje de su libro «a través de los ojos de su hijo» posiblemente le haya hecho concebir una imagen excesivamente romántica de Marga d’Andurain. «Reconozco que ella me gusta. Creo que fue una adelantada a su época, una mujer moderna, muy feminista, una aventurera que, cuando se aburría, tenía que buscar nuevas aventuras y que, por tanto, acabó hallando en la aventura su única razón de ser», apunta.

Muerte en Tánger

Pese a ello, considera «injustificable» el lado oscuro de la condesa, los delitos que cometió, y con todo, asegura no querer «juzgarla». «He intentado dejar que sea el lector quien descubra a Marga», sentencia la escritora, que antes de aparecer el libro ya ha recibido ofertas para llevar al cine la historia de esta mujer que murió en Tánger en 1948 en extrañas circunstancias. A Morató, le encantaría que su relato se tradujera en imágenes. Y mientras no llega ese momento, en su imaginación, Marga en la pantalla se parece mucho a Maribel Verdú o a Juliette Binoche. Depende.