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Enganchados al móvil: ¿somos una sociedad 'empantallada'?

Al igual que le sucede a un fumador empedernido, nos cuesta mucho desprendernos de las rutinas asociadas a nuestros dispositivos móviles. "Hay una necesidad de estar conectado y eso está generando muchos problemas".

Nos despertamos pensando en ellos y ellos se llevan nuestro último pensamiento del día. Y no, no son nuestros seres queridos, sino nuestros móviles. Absorben nuestra atención y nuestro tiempo: pasamos 3 horas al día enganchados a sus pantallas y una gran mayoría reconocemos que no podemos vivir sin ellos. ¿Tenemos un problema? 

Pasamos 3 horas al día enganchados a las pantallas de los dispositivos móviles. / Jens Johnsson (Unsplash)

Nos despertamos pensando en ellos y ellos se llevan nuestro último pensamiento del día. Y no, no son nuestros seres queridos, sino nuestros móviles. Absorben nuestra atención y nuestro tiempo: pasamos 3 horas al día enganchados a sus pantallas y una gran mayoría reconocemos abiertamente que no podemos vivir sin ellos. ¿Tenemos un problema? 

La penetración de Internet en España alcanza el 82% de los individuos mayores de 14 años, lo que equivale a 32,6 millones de personas. De ellos, el 96% tiene un smartphone, según recoge el estudio anual ‘mobile & connected Devices 2019’ de IAB. 

Estamos permanentemente unidos al cordón umbilical digital, ya sea a través del teléfono, el ordenador o la tablet; ya sea en redes sociales, plataformas de mensajería o juegos. En concreto, son 74 horas a la semana las que invertimos en conectarnos a Internet, bastantes más que las 56 horas que empleamos en dormir, si tomamos como referencia una media de 8 horas diarias, indica el estudio ‘Digital Consumer Survey’ de Nielsen y Dynata.

A nueve de cada diez españoles le resulta imposible permanecer un día entero sin hacer uso del teléfono móvil, mientras que siete de cada diez se declaran incapaces de mantenerse alejados de su ordenador personal durante 24 horas, según el citado informe de Nielsen. 

Adicción o uso abusivo

“Estamos ante unas tecnologías que están diseñadas para mantener a la gente enganchada”, afirma Manuel Armayones, director de Desarrollo del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y profesor de Psicología y Ciencias de la Educación. “Y esto tiene que ver tanto con las redes sociales como el propio dispositivo. Que sea fácil, que sea cómodo… Ni el hardware ni el software son neutrales: hay un diseño persuasivo, es un negocio que persigue que pasemos cuantas más horas mejor, dando cuantos más datos mejor y mirando cuanta más publicidad mejor”, añade el experto.

La Real Academia de la Lengua define adicción como la “dependencia de sustancias o actividades nocivas para la salud o el equilibrio psíquico”. Y más de 8,1 millones de españoles de entre 18 y 65 años se consideran adictos al móvil, tal y como se describen a sí mismos el 28,5% de los encuestados por el comparador Rastreator. “Hay una búsqueda continua; una necesidad de estar conectado, y eso está generando muchos problemas”, explica Manuel Armayones.

Al igual que le sucede a un fumador empedernido, nos cuesta mucho desprendernos de nuestras rutinas asociadas a las nuevas tecnologías. No obstante, en opinión de Manuel Armayones no se puede hablar de adicción al teléfono móvil, sino al contenido que consumimos a través de las aplicaciones o páginas web. “A lo que somos adictos es a lo que sacamos de ellos, a lo que hacemos con ellos. Y normalmente lo que hacemos es lo de siempre, las adicciones clásicas: el juego, el sexo, las compras o la recompensa social”, aclara.  

Los españoles tiramos de smartphone sobre todo para comunicarnos y relacionarnos, así como para realizar consultas y búsquedas web, mientras que preferimos la tablet para actividades multimedia o para juegos. Señala el estudio de IAB ‘Mobile & Connected Devices 2019’ que nueve de cada diez usuarios entra a sus redes sociales desde el móvil, mientras que las prácticas más habituales son chatear, enviar mensajes instantáneos y consultar el correo electrónico. 

Furor multipantalla

Otra acción que llevamos a cabo frecuentemente es la de comentar lo que vemos en televisión, algo que lleva a cabo la mitad de españoles, sobre todo a través del móvil (el 53%). Y es que cada vez nos gusta más el concepto multipantalla. Nada menos que el 92,3% de los consultados por IAB ven la televisión mientras usan su teléfono. Y no solo para compartir impresiones en las redes, sino también para chatear o para revisar la bandeja de entrada de nuestro correo. 

La edad influye en este comportamiento multitarea. Los más jóvenes pasan muchas horas conectados y representan la mayoría a la hora de emplear su segunda pantalla para chatear, siendo el 83%, mientras que en el caso de la RRSS, son los menores de 34 los que se imponen (el 76%). Con respecto a la frecuencia, la mayor parte de los usuarios simultanean pantallas de vez en cuando o de forma habitual, mientras que solamente el 4,3% afirma hacerlo siempre.

A su vez la tablet se utiliza mientras vemos la televisión la tablet sobre todo para comunicarse con los demás, pero también se para jugar, ver vídeos o consultar aplicaciones de banca y finanzas. 

Lo primero del día

Continuando con la analogía del tabaco, encontramos en el Test de Fagestrom, una herramienta muy extendida para valorar la dependencia al hábito tabáquico, que la primera pregunta es “¿Cuántos minutos pasan entre el momento de levantarse y fumar el primer cigarrillo?”. Si cambiamos la palabra cigarrillo por smartphone, y respondemos de forma honesta, podemos llegar a sorprendernos: el análisis de Rastreator muestra que seis de cada diez entrevistados reconoce que lo primero y lo último que hacen cada día es mirar su teléfono móvil. 

¿Se puede entonces establecer un paralelismo con la dependencia que generan las nuevas tecnologías y con la de sustancias como el tabaco? De acuerdo con el director de Desarrollo del eHealth Center de la UOC, “en el ámbito de las drogodependencias se distingue entre adicción y uso abusivo y con las nuevas tecnologías es lo mismo: hay muchas personas que creen que están pasándose un poco de rosca y que el teléfono les está ocupando mucha vida, aunque no siempre quiere decir que sean adictos”. 

Habremos de fijarnos, en este caso, en qué tipo y qué grado de impacto tiene esta dependencia sobre nuestras vidas diarias, ya que en psicología y psiquiatría los criterios que se utilizan para evaluar un uso abusivo son por ejemplo cómo afectan sobre las rutinas cotidianas, sobre las relaciones, o sobre la propia percepción de la existencia de un problema.

“Si le quitas a tu móvil aplicaciones como Facebook, WhatsApp o Instagram, es más que probable que no lo mires las más de 150 veces de media que se mira el móvil diariamente”, expone Manuel Armayones. 

Porque en ocasiones, ni siquiera somos conscientes de protagonismo que adquieren. Al ser preguntados por el número de apps que creen utilizar en sus móviles, los usuarios encuestados por IAB responden que 11. Sin embargo, el número de aplicaciones que realmente utilizamos asciende a una media de 31.

Cómo limitar el enganche

enganche

El hogar sigue siendo el sitio preferido para navegar por la Red, y es más habitual hacerlo de lunes a viernes que en fin de semana, aunque están empezando a ganar importancia espacios más dinámicos como puede ser el transporte público o cuando vamos de compras. 

Así que podemos plantearnos preguntas como: ¿dejamos de hablar con nuestra pareja o nuestros hijos por mirar el móvil?, ¿nos abstraemos durante el trabajo por estar pendientes del teléfono?, ¿hemos tropezado por la calle por ir respondiendo a un mensaje?, o ¿renunciamos a una actividad social en persona por una online?. Si las respuestas nos hacen pensar que nuestro uso es abusivo, puede ser un buen momento para comenzar a tomar medidas. 

En este sentido, recogemos algunos consejos que pueden contribuir a limitar nuestro enganche

  • Desinstalar apps del móvil en vacaciones.

  • Configurar el mensaje de ‘ausente’ en el correo del trabajo.

  • Establecer actividades sin móvil (en comidas familiares, en el gimnasio…).

  • No llevar cargador ni power bank encima.

  • Pactar horas de descanso al día (con la pareja, con los hijos…).